his inner child

Cuando llegamos a la edad adulta y a medida que van pasando los años y se va aumentando calendarios a la existencia es importante recordar cómo éramos cuando niños, esa esencia de nuestro interior no se puede perder, es más, hay que rescatarla para poder sacar provecho a las ideas y la creatividad.

Cuando somos adultos olvidamos que alguna vez fuimos niños, y los compromisos que adquirimos nos apartan de ese mundo y nos adentran en otro, lleno de compromisos, responsabilidades, afanes, que hacen que olvidemos las cosas simples y sencillas que nos hacían felices. Tenemos que volver a recuperar nuestra esencia, nuestra capacidad de asombro y despertar esa alma desprevenida, noble, llena de sueños e inquietudes, ese corazón que mira con inquietud la vida, y que cree que todo es posible.  Atrevámonos a volver a ser niños, a explorar, a jugar, a mirar el mundo con esa inocencia de los primeros años, con esas ganas de explorar lo desconocido, con esa inmensa necesidad de conocimiento.

Nosotros en nuestra edad adulta somos los únicos capaces de darle a ese niño interior todo lo que el en algún momento necesitó y no se le dio. El pasado ya pasó, hoy, hay que verlo y recibirlo con otros ojos y transmitirle a ese pequeño la seguridad y el amor que necesita. Hoy, eres el responsable de darle color y pintar tu historia con la paleta de colores que tú quieras, y puedes poner a ese niño los colores que tú elijas. A partir de ahora toma de la mano a tu niño interior y comienza a elevarle su cometa para que llegue tan alto como sus sueños se lo permitan.

Solo pregúntate Si volvieras a tu infancia ¿Qué harías? ¿Qué jugarías? Es lindo volver al pasado, jugar, cantar, patinar, dibujar, pintar, reírte, disfrazarte… pero ¿en verdad estás conectado con tu niño interior?

 

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