Esa semana, todo había sido tensión en el noticiero, se respiraba mucha zozobra. El cambio de gobierno generaba pánico entre los altos mandos.
Sonó el teléfono y Gabriel contestó, al otro lado estaba la voz del Señor Gobernador:
–– Buenos días Gabriel ¿como anda todo?
––Señor Gobernador, un gusto escucharlo, buenos días.
Gabriel, sintió que esa llamada la estaba esperando desde el mismo día que fue nombrado Eliécer como Gobernador.
––Mira, te llamo, porque necesito que me apoyes con el noticiero. Quiero que muestre mis obras, los adelantos que vaya teniendo mi gobierno, ya tu sabes. Hubo silencio, y corrieron unos segundos largos. Gabriel, se sintió intimidado, sabía que se avecinaba la nueva licitación y todo estaba en juego, no tenía más que hacer, sino jugar las cartas que le proponían.
––¡Por supuesto señor Gobernador que así será! No se preocupe usted.
––¡Perfecto Gabriel!, quedo muy pendiente. Tú sabes que tienes que afilar al director, no queda otra.
Gabriel, quedó pensativo, esto no sabía cómo podría enfrentarlo. Llamó al director del noticiero y le contó de la llamada que acaba de recibir:
––Hombre Antonio, estoy muy preocupado, acabo de recibir la llamada del señor Gobernador, me dice, que solicita que el noticiero esté pendiente de él, para mostrar los avances de su gobierno, pienso que más que una llamada protocolaria, es ¡una sentencia! ¡Una amenaza!
Antonio, queda en shock, no esperaba que se atreviera a tanto. La imparcialidad del Canal y del noticiero, no se podían ver manipulados por ningún gobernante de turno.
––Pues Sr, yo no estoy dispuesto a someterme a ese juego, mientras que el rating se mantenga bien, el noticiero conserve su manual de estilo, y esté fiel a sus principios, no tenemos nada que temer, además, en el momento que sea noticia o se justifique sacar al aire una nota de él, no tendré ningún problema en hacerlo, pero convertirnos en un noticiero a merced de nuestro gobernante, para mostrar e informar sus intereses políticos, no me parece ético.
––Hombre Antonio, tienes razón. La tarde es un noticiero de un canal del estado, pero pertenece a una empresa privada, cuyo objetivo principal, es cumplir con la pauta de pluralidad en sus contenidos, eso, lo da el hecho de que, cuando el televidente nos mira, no se da cuenta de quién gobierna este país, a diferencia del noticiero La Noche, que es un noticiero al servicio del Gobernante de turno. Pero, tú sabes, que nosotros no apoyamos la candidatura de Eliécer y creo que nos va a pasar factura de cobro.
Antonio, caminaba lento de un lado a otro, apagó su cigarrillo y se sentó en la silla que acostumbraba a sentarse siempre. Ambos quedaron sumidos en un mutismo absoluto. No hablaban, se sentía un ambiente bastante tenso, en su interior sabía que asistía a lo que parecía inminente. Luego exclamó:
––Nuestro noticiero, se ha centrado en cuestiones tan elementales, como la de destacar las voces de todos los sectores involucrados en una noticia, sin que predomine ninguna, incluida la del gobierno. Aún, conociendo de antemano que los noticieros son el área más politizada o ideologizada de un canal.
––Sí, pero tú tienes que entender, que hay veces que no se puede ser tan radical.
––Gabriel, las mediciones de audiencia que minuto a minuto registramos, obedecen a los más altos rating de sintonía. Nos hemos convertido en el Noticiero número 1, no solo de Copacabana, sino de todo el País.
–– Ese no es el punto Antonio. Es claro que a los televidentes les gusta nuestro noticiero por la independencia, la existencia de normas claras que rigen su funcionamiento, la pluralidad, la transparencia de gestión con rendición de cuentas y la existencia de los mecanismos que hemos implementado, con el fin de conocer lo que nuestra gente quiere ver. Pero también es cierto, que tenemos que apoyar el gobierno, si es que quieres, que, el próximo año continuemos al aire.
––Yo sé, Gabriel, eso está claro. Pero yo como director no veo razonable lo que me pides. La filosofía y el manual de estilo del noticiero restringe, es más, circunscribe, que los poderes del Estado se entrometan y participen de los contenidos.
––Pero tú sabes más que nadie que estos tiempos son turbulentos y el noticiero se sostiene con la pauta publicitaria, y en su gran mayoría, pauta de la Gobernación, así, que no habrá más remedio, nos tocará tomar medidas.
––¿Tomar medidas? ¿A que te refieres exactamente con tomar medidas?
––Tu sabes Antonio, ¡no podemos tirar por la borda 20 años de trabajo!
––Pero si podemos tirar por la borda nuestra independencia, nuestros principios, eso, Gabriel, ¡jamás se negocia!
Antonio, estaba bastante exaltado, su cara tomó un color rojo, se llevaba la mano al pelo como queriendo descifrar entre líneas que era lo que realmente quería el Gerente del noticiero. Encendió otro cigarrillo, se puso de pie y comenzó a caminar de lado a lado.
––Gabriel, tú, más que nadie conoce que el gobernador, es, sin lugar a dudas, un personaje polémico. Durante su candidatura fue seriamente cuestionado por distintos sectores. Sobre el mandatario estatal pesan sospechas de corrupción administrativa, tú lo sabes.
––Es cierto, pero también es cierto, que sigue gozando de inmunidad y parece permanecer aislado frente al aluvión de críticas sobre su gestión. Y, por si fuera poco, es el gobernador, y de él, depende que todos sigamos o nos vamos para la casa.
––No sé, nunca pensé estar discutiendo esto contigo. Es más, todavía no lo creo. ¿En dónde queda la ética profesional, la objetividad, la imparcialidad de los medios de comunicación y la responsabilidad del periodista ante la comunidad, que espera recibir una información transparente, equilibrada y honesta? su compromiso con el público, es como ciudadano, y no como cliente; su ética, tiene tres principios básicos: el compromiso con la verdad, la responsabilidad social y la independencia.
––Mi querido Antonio, esperemos a ver. Solo quería ponerte al tanto de lo que está pasando, es mejor que no nos coja desprevenidos.
––La profesión que nos ocupa persigue, desmonta y refleja determinadas verdades, las falsea, o las fabrica, según las intenciones de quienes las manejan, a quienes, por mucho que se esfuercen, les resulta imposible ser imparciales, mucho menos ahora, cuando los telones de fondo son tal convulsivos y el mundo está polarizado como nunca antes. El periodismo es un arma de largo alcance. Las palabras son proyectiles que solo los necios se atreverían a subestimar. Con su poder, pueden ser defendidas las mejores… o las peores causas.
––Y es ahí, donde tenemos que actuar nosotros a conveniencia también de nuestro negocio, por qué independiente de todo lo que tú has dicho, que suena muy bonito, tiene mucha retórica y además es verdad, no podemos desconocer que de esto vivimos. Y, en dependencia de uno u otro afán, lo que nos toca es seleccionar los temas, las imágenes, ponderar las principales ideas, silenciar otras, saber a qué horizontes apuntar, y mas importante aún, saber hasta dónde llegar.
Antonio, comienza a sudar, se nota tenso, descompuesto, vuelve y enciende otro cigarrillo, se los fuma a medias, ni siquiera termina uno, cuando ya está encendiendo el otro.
–– ¡Dios mío! yo he dedicado 20 años de mi profesión, de mi vida, al servicio del periodismo, y lo he ejercido con absoluta ética, me duele asistir a este momento en donde la única conclusión que me queda, es, que, según tú, la imparcialidad y la objetividad son mitos. Sólo espejismos.
––Hay Antonio, la Objetividad, estimula una honrada búsqueda de la verdad de los hechos, pero, definitivamente impone restricciones a dueños y directores.
––Yo te pregunto Gabriel: si tenemos una noticia que a Eliécer no le favorezca ¿La vamos a emitir?
––¿Es noticia?
–– Si.
–– Pues no, Claro que no. Responde Gabriel contundentemente.
–– ¿Por qué? Responde bastante exaltado Antonio. ¿Por qué no dice la verdad?
–– ¡No! Porque dice la verdad. ¡Por eso, no lo vamos a emitir!
Antonio, dio un portazo, salió derrumbado, se fue para su oficina a mirar por la ventana, a divisar el horizonte, ese, que se le ponía ante sus ojos y que todavía no lograba comprender. Llevaba toda su vida trabajando en una empresa capitalista, que, como tal, busca la más alta tasa de ganancia y la defensa de sus intereses políticos. De sus ojos, brotaron unas lagrimas que salían de su corazón y que no podía contener. La información, se había convertido en una mercancía.