El destino esta ahí, siempre favorece al que está preparado mental y espiritualmente para recibirlo. Mi mente fantasiosa siempre ha anhelado descubrir otros mundos, y aunque reconozco que me da miedo explorar lo desconocido, me sobrepongo y me lanzo con asombro a abrazar esa idea fija de conocer otros lugares del mundo. Ese otro mundo tan ajeno a nosotros, lejano y cercano a la vez, pero que se nos ofrece como en un buen plato a saborearlo y a descubrirlo.
No me atrae tanto lo próspero que pueden ser otros países, me seduce más, indagar en los rostros de su gente lo que transmiten. Recorrer las calles, ver que allí ,como en todos los lugares del mundo existe pobreza, riqueza, el afán de salir adelante, y la cotidianidad del día a día, con costumbres distintas, intereses opuestos, ideologías diferentes, pero al fin y al cabo, seres que como cada uno de nosotros lucha por la vida.