hormiga

Pancracia, nació en un hormiguero común, era retraída, ensimismada, prácticamente nadie notaba su presencia, se podría decir, que era invisible ante los ojos de los demás. Cuando Pancracia nació, su mamá, centró toda su atención en ella. Su padre, tal, como suele suceder con las hormigas, falleció, poco después de haber entregado la carga genética a su madre la Hormiga Reina.

Pancracia creció muy sobreprotegida y no desarrolló su instinto de defensa, siempre tenía quien

cuidara de ella. Su niñez fue triste, sin brillo y sin amigos. Creció acompañada solo de las hormigas adultas, pasaba sus días sentada mirando ese mundo que estaba allá afuera y que ella veía maravilloso lleno de brillo, pero por miedo, prefería no conocerlo.

Un día, Pancracia sintió que no podía seguir así. Eso no era lo que su madre hubiese querido para ella. Así, que le hizo una promesa a su memoria.

–– Creo que ha llegado la hora, de salir al mundo. No puedo seguir aquí, hastiada de la vida que llevo y no hacer nada. Prometo por la memoria de mi madre que alcanzaré la más alta montaña, cueste lo que me cueste. Me aburrí de ser invisible ante los ojos del mundo.

Salió de su guarida, y se propuso luchar por sus sueños y por ser alguien y triunfar en la vida.

Formó su propia colonia de hormigas, quería que su hormiguero fuera el más valioso y el preferido por todo el reino, así, que decidió construir su imperio. Se dedicó a trabajar sin tregua, con mucho entusiasmo, aunque todavía, llena de miedos y prejuicios.

Pancracia se esmeraba por sobresalir, pero su inseguridad era notoria, tanto, que las demás hormigas la acechaban para ver como la sacaban del medio, sin embargo, ella se sobreponía, sabía que los limites estaban en su mente y que tenía que ser arriesgada si quería alcanzar lo que se había propuesto. Comenzó a trabajar con mucha dedicación, hasta que se fue ganando por mérito propio, el respeto de toda la colonia.

Había dentro del Reino de las Hormigas, una Hormiga llamada Griselda, quería destruirla a toda costa, apenas se percató de su existencia, decidió atacar con intención de desaparecerla, pero Pancracia no perdía energía respondiendo agresivamente a todos los ataques que esta le prodigaba, por el contrario, se hacía la desentendida y se dedicaba a recolectar comida, cuidar la prole de la reina, construir el hormiguero, proteger a la comunidad y realizar muchas otras labores con esmero. Así, que pronto se hizo querer de todas las demás compañeras hormigas.

Pancracia, era discreta y reservada, se esforzaba por superarse y salir adelante, prefería mantenerse oculta, pues sabía que la envidia podía acabarla, además, la hormiga Griselda estaba a la expectativa y al mayor descuido ¡¡ZAS!! se la devoraba, por eso, iba lento pero aplastante, no quería que la vieran, ni siquiera que se acordaran de que existía.  Su reconocimiento fue siendo notorio y poco a poco, todas las hormigas que antes ni siquiera se percataban de su existencia, comenzaron a notar su presencia y a hablar de los Logros que Pancracia cada día conseguía, porque todas sus acciones eran victoriosas. Poseía un talento sobrenatural, los comentarios no se hicieron esperar y todo el mundo comenzó a hablar de ella.

–– ¿Como así que Pancracia se convirtió en Reina? Pancracia es una hormiga insignificante, escuálida, debilucha, ni suena, ni truena. Nunca antes se había escuchado hablar de ella. Murmuraban las demás hormigas entre ellas.

La Colonia de Pancracia fue creciendo y muchas se fueron uniendo a ella, pero también fueron saliendo nuevos enemigos, hormigas envidiosas que querían destronarla, pero las acciones de Pancracia eran nobles, no quería hacerle el mal a nadie, ni tener ningún tipo de enfrentamiento, por eso, ignoraba lo que decían y seguía trabajando duro y en silencio, sabía que si se enfrentaba a la ira y la envidia de Griselda y sus secuaces terminarían por acabarla.

Dentro de las colonias ya había mucha competencia, y la situación de trabajo se hacía cada vez más difícil para las hormigas.  La Colonia de Griselda cada día se fortalecía con manejos sucios y competencia desleal. Su único objetivo era acabar a Pancracia, pero esta no daba su brazo a torcer, y como en la guerra, salía con su ejército siempre llevando el báculo adelante. Pancracia, se llenaba de un valor que era desconocido para todos, ella no respondía agresivamente a todos por igual, su respuesta dependía de la gravedad de la amenaza” y sin miedo, daba la pelea, estaba segura de sus capacidades y de que nada, ni nadie, podía derrotarla. Tenía una sobreprotección del universo, que solo ella en su interior entendía, por eso, estaba segura que derrotaría a Griselda y a todos cuantos trataran de acabarla. Muy orgullosa y con voz fuerte proclamaba:

––A palabras necias, oídos sordos. ¡Yo me tengo confianza! Pronto todos oirán hablar de mí.

Pancracia, era una hormiga rojiza, vivaracha, de ojos saltones, para ella, prima el bien común, sobre el bien individual, pero quizás, la particularidad más sobresaliente de ella era el gran poder de comunicación que tenía con sus demás compañeras hormigas. Tenía la habilidad de comunicarse mentalmente, para alertar a su colonia, cuando había situaciones de peligro. Su astucia y su capacidad organizativa le otorgaban una habilidad única. El orden, la laboriosidad, lo previsiva que era y su instinto social, la hacían una Hormiga muy especial y a pesar de ser pequeña, era una hormiga muy llamativa, que sobresalía entre las demás, por su humildad y su coraje.  Hacía su trabajo sin meterse con nadie y no se jactaba de su sabiduría. Poseía una mandíbula poderosa y con ella defendía su hormiguero, atrapaba el alimento para todos, cargaba y transportaba materiales para la nutrición de su colonia, ella sabía que de ella dependían por eso, no podía desfallecer.

El hormiguero de la colonia de Pancracia pronto se convirtió en una Súper colonia llena de hormigas, moviéndose en todas las direcciones. Su actividad estaba siempre dirigida a un propósito, aprovechando bien el tiempo con el fin de conseguir los frutos que harían que la colonia fuera una de las mejores del Reino. Todas las hormigas tenían un rol definido en la comunidad y sabían lo que tenían que hacer, por eso unidas, conseguían todo lo que se proponían.

Cada hormiga miembro del equipo, debía tener claro cuál era su función y cómo ésta contribuía a alcanzar los objetivos de toda la comunidad, de tal forma, que pudieran enfocarse en los logros y los objetivos del grupo.

Griselda seguía dibujando su plan maléfico, se dispuso a sacar toda la artillería, concentró todos sus esfuerzos para destruir a Pancracia, quería sacarla del medio como diera lugar, no escatimaría esfuerzo para hacerlo, ese era su propósito y tenía que conseguirlo. Ella era la Reina, y quería seguir siéndolo por siempre. Griselda era una hormiga sin escrúpulos y quería ser la líder costara lo que costara.

Pancracia se sentía desfallecer, estaba en uno de esos días en que todo parece terminar, creía que sus fuerzas se iban acabando, eran muchos los problemas que tenía y ya se sentía sin alientos para seguir luchando. Se sentó a mirar por la ventana, el día estaba gris como estaba su alma, hacía mucho frío, prendió la hoguera y con el cansancio del día cayó dormida profundamente.

Ya comenzaba a despuntar el día, se veía un halo de luz entrar por las rendijas del hormiguero, se despertó cuando sobre su cabeza la golpeó un papel. Era un mensaje de Griselda que decía: Querida Pancracia, te espero hoy, a las 4 de la tarde en el Rosal Robledales, es hora de que limemos asperezas, nos vendrá bien tomar una taza de té de jengibre con limón.  Pancracia pensó en voz alta:

–– este es el momento para reconciliarnos. Hay espacio para todos y decidida fue a su encuentro, sin imaginarse que Griselda había preparado una trampa mortal para ella.

¡La bondad de Pancracia no tenía límites y todavía creía que era posible confiar!, creer en la gente y hacer la paz. Pancracia llegó al Rosal, y ya Griselda la estaba esperando.

––Hola amiga Pancra ¿como has estado?, ¡qué bueno verte ¡

Hola Griselda, ¡como estas de bella! Le respondió Pancracia. Se acercó, y pudo ver como lucia sus mejores galas, vestía de blanco, y desprendía un olor fuerte que se alcanzaba a sentir en toda la colonia, era un olor penetrante a vinagre y menta, y en su rostro se dibujaba una amplia sonrisa.

––––Gracias, Pancracia. Definitivamente, tu y yo, somos un equipo y juntas tenemos que seguir haciendo crecer este reino.

––Obvio querida amiga. La unión hace la fuerza dicen por ahí.

Pancracia protegida por esa magia universal que ni ella misma comprendía, tan pronto la vio, supo descifrar en los ojos de Griselda que ese brillo no era de bondad, ni de amistad, ni de acercamiento, sino más bien de maldad, envidia y soberbia. ¡Era claro Griselda quería hacerle algo ¿Pero, que era lo que se proponía?

Ese olor, poco a poco se fue haciendo más intenso, Pancracia se sintió aturdida, pero en medio de su letargo, pudo darse cuenta que Griselda estaba esparciendo este aroma a diestra y siniestra, quería envenenarla. Ella, era alérgica al vinagre y a la menta. Pronto se fue sintiendo mareada, y sin poder respirar. Griselda creía tenerla dominada pero la realidad era que Pancracia era muy apreciada y ya algo así se veía venir, por eso, toda su colonia había ido a acompañarla sin que ella se diera cuenta, sabían que de Griselda no podía esperarse nada bueno, así que la enfrentaron y la llevaron a la corte.

 

La Hormiga Griselda humillada y sin fuerzas tocó retirada, ya todos le conocían sus mañas y poco a poco ella misma, fue perdiendo la credibilidad y la confianza de quienes la conocían, por eso, decidió quedarse para siempre en el exilio.

A partir de ese momento, Pancracia fue nombrada Reina de toda la Colonia. Era respetada y admirada. Con su humildad, su inteligencia y sabiduría había sabido derrotar a la malvada Hormiga Griselda.

 

 

 

 

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