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Viajar, es como la Música, limpia el polvo de la vida cotidiana. Que maravilloso es explorar nuevos destinos, descubrir nuevas culturas, formas distintas de ver, y asumir la vida.

Todos, habitantes del Mismo planeta y de mundos distintos, con pensamientos totalmente opuestos, creencias y normas diferentes. Al viajar, conocemos la verdad con sus diferentes formas y matices, nos permite ahondar en la existencia humana y llegar hasta el fondo del alma de cada persona, aunque la aventura no está en el destino, sino en el espíritu curioso del viajero, por eso, cuando se viaja, hay que agudizar los sentidos para poder ahondar hasta en el más mínimo detalle.

La humanidad viaja desde la noche de los tiempos, en busca de caza, de pasto, de climas más agradables. Son raros los hombres que consiguen comprender el mundo, sin salir de sus ciudades. Te vuelves más abierto hacia otras personas, como camareros, otros viajeros, empleados de hotel o el pasajero sentado a tu lado en el autobús. Empiezas a depender de los otros para todo. Conseguir hotel, comprar algo, saber cómo tomar el próximo tren. Y esto hace cada viaje y cada destino más interesante.

Te encuentras con un idioma que no comprendes, usas dinero que no sabes cuánto vale, paseas por calles por donde nunca has transitado. Sabes qué hay un nuevo yo, más interesante, más aventurero, más abierto hacia el mundo y a las experiencias nuevas.

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