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Barcelona, la vibrante ciudad de España, es una ciudad que me fascina, He tenido la oportunidad de visitarla dos veces, y cada vez me cautiva más  su belleza y encanto único.

Desde el momento en que llegué a esta cosmopolita ciudad catalana, me sentí identificada y me  sumergí en su atmósfera animada. Las calles estaban llenas de vida y energía, con la gente riendo y charlando mientras caminaban por los coloridos mercados al aire libre. Creo que va mucho con mi personalidad y por eso ¡me encanta!

Barcelona, es una ciudad que cautiva los sentidos y que se queda en el alma. Desde el momento en que llegué  supe que estaba a punto de embarcarme en una aventura inolvidable. Sus calles vibrantes, su arquitectura impresionante y su cultura rica en historia me recibieron con los brazos abiertos. El aroma tentador de la paella y la dulce promesa de la sangría me enloquecieron desde el primer momento. Mi primer encuentro con la paella fue en un pequeño restaurante del Barrio Gótico. El arroz amarillo, salpicado de mariscos y verduras, desprendía un aroma que me hizo salivar de antemano. El primer bocado fue un estallido de sabores que me transportó directamente a la costa mediterránea. Cada cucharada era un deleite para mi paladar y cada ingrediente, una sinfonía de sabores en perfecta armonía. La paella en Barcelona no era solo un plato, sino una experiencia que me conectó con la esencia culinaria de la ciudad.

Las calles de Barcelona estaban llenas de vida, y cada rincón parecía invitar a tomar una copa de sangría. La mezcla de vino tinto, frutas frescas y un toque de brandy creó una bebida deliciosa y revitalizante. Cada sorbo de sangría me envolvía en una sensación de alegría y bienestar, haciéndome sentir como un verdadero barcelonés.

Barcelona también es famosa por su arquitectura única, y perderme en las creaciones de Antoni Gaudí fue una experiencia fascinante. La Sagrada Familia, el Parque Güell y la Casa Batlló fueron como un sueño surrealista hecho realidad. Cada edificio era una obra maestra arquitectónica que me dejó maravillado por la creatividad y la imaginación de Gaudí. Caminar por las coloridas calles de la ciudad, rodeado de estas maravillas, me hizo sentir parte de un cuento de hadas moderno.

No ´podía dejar de ir a la basilica de Santa María del mar. Una joya medieval. Me había leído el libro de Ildefonso Falcones, La catedral del mar y como mi nieta lleva el nombre de maría del Mar, quería visitar a la virgen y darle gracias por todo cuanto me ha dado.

.No podía dejar pasar la oportunidad de disfrutar del famoso paseo conocido como La Rambla. Este icónico bulevar estaba repleto de artistas callejeros talentosos y puestos coloridos vendiendo souvenirs únicos. Me detuve para saborear algunas tapas deliciosas en los restaurantes locales mientras observaba alegremente a la multitud pasar.

Me despedí con el alma llena.  Llegó el momento de decir adiós a Barcelona, pero dejó una huella imborrable en mi corazón. La paella y la sangría fueron solo una pequeña muestra de la riqueza que esta ciudad tiene para ofrecer. Barcelona me mostró que cada rincón del mundo puede ser una experiencia única y que viajar es una puerta a nuevas culturas, sabores y sensaciones. Esta ciudad llena de encanto, cultura y sabor me enseñó a apreciar cada momento y a sumergirme en la magia de los lugares que visito.

En definitiva, mi experiencia en Barcelona fue simplemente espectacular. Esta ciudad tiene algo especial que me cautiva : su arquitectura única, su rica historia y su ambiente acogedor hacen que sea imposible no enamorarse de ella. Sin duda alguna, volveré y tengo planeado hacerlo el 23 de abril, para el festival de Sant Jordi, donde estaré junto a @letrameeditorial con mi libro Vivir eternamnete y seguir descubriendo todo lo que esta maravillosa ciudad tiene para ofrecer.

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